Por: Valeria Sabater
Al principio somos como
niños ansiosos. Queremos que todo llegue lo antes posible, soñamos con devorar
experiencias, con exprimir la vida. Más tarde llegan los triunfos, las
desilusiones, las piedras en el camino… No obstante, de eso trata la vida, de
avanzar, de asumir cambios y ser humildes en todo ese maravilloso trayecto
vital.
¿Quién no ha querido alguna
vez que algo llegue lo más pronto posible? ¿Y quién no ha deseado en alguna
ocasión que un momento fuera eterno, que el tiempo se detuviera ahí mismo como
esas rocas que se alzan firmes en medio del océano?
No importa, porque los
buenos momentos siempre se quedarán impresos en nuestra memoria. El hombre, por
así decirlo, está hecho de recuerdos y nos pasamos gran parte del día evocando
buenos y malos instantes.
Admitir que nuestra vida
discurre un poco más cada día y que avanza con un tic-tac que nadie puede
detener, es sin duda algo que nos asusta y que nos obliga a reflexionar. No
obstante, no hay que tener miedo a ese camino, a ese avanzar.
Todos somos breves inquilinos es este mundo imperfecto
lleno de cosas maravillosas. No hay que tenerle miedo a los años, sino a la
vida no vivida, a los años vacíos huecos de emociones, de triunfos y por qué
no, también de fracasos nunca experimentados. Esos de los que tanto aprendemos.
Reflexionemos hoy brevemente
sobre este avanzar de nuestra existencia, hablemos de esos aspectos permanentes
que debemos cuidar cada día para llevar una vida más plena.
En la vida todo
cambia, excepto las esencias
En efecto, podríamos decir
que en esta vida todo llega, todo pasa y todo cambia. No obstante, hay algunos
elementos que deben ser puntos fijos en nuestro microuniverso particular:
Tu autoestima, tu
necesidad por aprender e ilusionarte
El amor, el respeto, la
dignidad y nuestra necesidad por cultivar el crecimiento personal, deben ser
pilares esenciales en tu día a día. Veletas que guiar con fuerza y entereza tu
camino, sea cual sea.
Hay veces en que en esta
extensa aventura vital, declinamos muchos de estos aspectos en favor de otras
personas. Hay quien prioriza en algún momento de su vida a sus parejas hasta
tal punto, que se olvida de uno mismo.
Y si bien todo es
justificable si los sentimientos son intensos, hay que saber mantener el
equilibrio. Ofrecernos a los demás hasta el punto de olvidar nuestras
necesidades, nos hará caer tarde o temprano en la frustración, y por tanto
dejaremos de avanzar.
Cuando
pierdes tu capacidad por ilusionarte, cuando tus días están aferrados a la
preocupación o la insatisfacción, tu vida ha dejado de avanzar. El peso que
acumulas te arraiga ya al sufrimiento. Respira, relativiza todo lo que te
aferra y rompe las cadenas que creas necesarias…
Puede que pienses también
que otro aspecto que no debe cambiar a lo largo de nuestra vida, son sin duda
los valores. Bien, sin lugar a dudas existirán esos esquemas básicos que nunca
romperemos, como es el respeto a uno mismo y a los demás, la honestidad, la
valentía…
Ahora bien, dentro de este
avanzar vital, todos podemos llegar a hacer pequeños cambios en nuestra
personalidad e incluso en nuestra escala de valores de acuerdo a las
experiencias vividas. Y todo será sin duda para bien porque forma parte del
proceso de aprendizaje y de crecimiento.
No le tengas miedo a los
cambios, son anclas que rompemos para avanzar con un poco más de sabiduría de
acuerdo a los actos vividos.
El amor
que nos trasciende
El amor que sentimos por los
nuestros, por nuestra familia, por nuestra pareja o nuestros hijos, son también
puntos fijos en nuestra esencia vital.
Ahora bien, el amor no es
una entidad estable en el tiempo. También el amor se trasforma y se adapta. Un
ejemplo de ello es nuestra propia relación de pareja.
Los dos miembros deberán ir
adaptando a los cambios vitales que van surgiendo a lo largo del tiempo: los
cambios de trabajo, la llegada de los hijos, el equilibrar el crecimiento
individual con el crecimiento de la propia pareja.
Todo ello son momentos que
van a exigir nuestra dedicación, nuestra sabiduría y la capacidad de ir
avanzando siendo dos personas en una misma unidad existencial. Compartimos esas
mismas raíces nutridas por el amor, pero alzamos nuestras ramas personales para
seguir creciendo personalmente.
Claves para asumir
los cambios con sabiduría
– Tú eres la prioridad, el
protagonista de tu vida y eres importante dentro de tu mundo. No te aferres a
los miedos o a la indecisión porque a largo plazo, llegará la frustración, el lamento
por una vida no vivida.
– Nunca dejes de cuidar a
ese “niño interior“. Debes ilusionarte por ti y por la vida, ser espontáneo
dentro de toda la sabiduría que has adquirido. Disfruta de las cosas sencillas,
ama, experimenta, atrévete.
No te
ancles a los errores del pasado ni te alimentes de nostalgias, la vida no
espera a quien se detiene en sus propias oscuridades. La vida busca luz y su
propia libertad, permítete crecer con ella, con optimismo, con ilusión y
sencillez.
Cortesía
imagen: Cha Wakan
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