Lo importante no son los cambios que prometes, sino las acciones que los sustentan

Todos podemos proponernos hacer las cosas de una manera diferente, pero de las palabras a las acciones, siempre habrá una brecha considerable. Podemos asumir un compromiso, darnos cuenta de nuestros errores, hacer promesas… Sin embargo, todo ello quedará en intenciones si los hechos no son capaces de demostrar la alineación que existe entre lo que queremos con lo que hacemos.
Los cambios son constantes, nada permanece invariable, nosotros mismos no somos los mismos que fuimos ayer, sin embargo, existe una esencia que de una u otra forma nos define, que corresponde a nuestro lado más sublime y que a su vez es el resultado de nuestras creencias y vivencias.

Las acciones siempre tendrán más peso que las palabras, si queremos demostrarle algo a alguien, debemos hacerlo a través de acciones, no de palabras. La palabra lo aguanta todo, se puede decir lo queremos que los demás escuchen, pueden ser inclusive la demostración de lo que queremos, pero por fortuna o por desgracia esto no tiene que estar alineado con lo que en realidad somos capaces de hacer y de sostener en el tiempo.

Cuando nos conocemos y sabemos nuestro alcance o tenemos estímulos suficientes para generar cambios, estos pueden sin duda llevarse a cabo, pero nunca pueden estar impuestos por otros, ni mucho menos estar en contra de lo que somos por complacer a alguien más, los cambios deben tener su fuente en nosotros mismos y deben tener como finalidad principal hacer de nosotros nuestra mejor versión.


Si la intención es sincera, si los cambios planteados o buscados son razonables, se debe abrir un compás de espera, sin pretender que ocurran de la noche a la mañana, cada quien tiene un proceso, para internalizar, para reconocer, para ubicar en su vida mejores cosas, mejores actitudes, mayores herramientas. Pero esto está muy vinculado a la madurez emocional, a la búsqueda de objetivos y a los planes de acción que sustenten los cambios.

El primer paso para cambios genuinos es la aceptación, luego de un reconocimiento de que algo podría ser mejor, el hecho de aceptar que venimos haciendo las cosas de una manera poco favorable, nos da la apertura para evaluar otras opciones, para crecer con las experiencias y para traer a la luz y transmutar cualquier actitud que pueda estar resultando limitante o que pueda estar trayéndonos dificultades en la vida.
La honestidad es crucial y comenzará con la que se tiene con uno mismo, para reconocer un pasado y hacer un planteamiento coherente con la realidad a futuro. Procurando siempre que las palabras no excedan lo que las acciones puedan alcanzar.

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