Imagina que comienzas tu día
radiante, estás listo para enfrentar nuevos retos, te sientes capaz de todo y
no importa si llueve o sale el sol, hoy será un gran día para ti. Basta con salir de casa y quedar atascado en
el tráfico para que tu energía pierda poder. Llegas a trabajar e inmediatamente
aparecen los problemas, estás sobrecargado de responsabilidades (¡que a veces
ni siquiera te corresponden a ti!). Intentas mantenerte positivo, pero siempre
hay alguien que inunda el ambiente con mala energía. Va pasando el día e
inevitablemente te contagias de negatividad y pesimismo.
De ahora en adelante, cuando
se acerque el amargado de siempre a invadirte con su mala energía, tendrás cómo
protegerte. Sigue paso a paso esta corta y efectiva meditación y aplícala cada
vez que sea necesario, incluso cuando seas tú mismo el que intenta dañar el día
con malos pensamientos.
La primera vez, debes crear
una atmósfera pacífica y feliz para llevar a cabo la meditación. Las siguientes
veces solo tendrás que reconectarte con la sensación de tranquilidad que
creaste ese primer día.
En tu propia casa, busca tu
rincón preferido, debe ser un lugar acogedor y tranquilo, acomódate a solas
allí y pide que no te interrumpan por unos minutos. Asegúrate de escuchar la
música que te encanta (es preferible si es relajante) y mantén las luces bajas
o apagadas. Cierra tus ojos e imagina un lugar al que ningún ser humano puede
llegar, un paisaje natural inmenso, pero con un pequeño espacio donde te puedes
reguardar. Piensa, por ejemplo, en una montaña imponente donde hay una gruta.
Tú tienes el privilegio de estar ahí, es tu refugio del mundo y nadie más puede
entrar en él. Hazte consciente del privilegio que tienes de estar vivo, de
tener todo cuanto te rodea. Agradece, brevemente, por todas las bendiciones que
han llegado a tu vida. Siéntete a salvo, estás en tu refugio en la montaña, ahí
solo llega buena energía, gratitud y bendiciones. Ahora deja ese santuario de
paz y vuelve poco a poco a la vida de todos los días. Enciende las luces y
apaga la música.
De ahora en adelante,
siempre que sientas que una situación te tienta a sacar lo peor de ti, cuando
alguien sea hiriente y lastime tu ego, cuando estés a punto de perder el
control y ceder ante la mala energía, vuelve a tu refugio de la montaña. Si te
es posible, aléjate un poco de los demás o cierra tus ojos para abstraerte del
lugar y acude a ese sitio sagrado. Recuerda lo afortunado que eres, las muchas
razones que tienes para levantar la cara y sonreír. Tú estás por encima de las
circunstancias y nadie tiene el poder de quitarte tu paz interior. Dentro de
ti, hay un lugar al que puedes ir cada vez que necesites resguardo y
tranquilidad.
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