En la vida todos cometemos errores, nos equivocamos,
desilusionamos y decepcionamos a quienes nos aman, sin embargo, siempre tenemos
el derecho de ser escuchados y de la misma manera debemos darnos la oportunidad
de escuchar a todo aquel que desea justificarse o simplemente, darnos alguna
explicación por una falla cometida.
No existe realmente jerarquía alguna para discriminar
entre aquellas personas que merecen ser escuchadas y las que no, todos los
seres humanos debemos tener la oportunidad y el derecho de ser escuchados y de
poder expresarnos, de manifestar aquello que queremos transmitir.
“Saber escuchar es el mejor remedio contra la soledad”.
Anónimo
Muchas veces nos dejamos llevar por el orgullo y por la
supremacía y simplemente nos quedamos con la única versión que queremos
escuchar, cerrando la oportunidad al otro de justificarse.
Tener la humildad de dar la oportunidad al otro de decir
lo que piensa, lo que opina, de expresar su criterio, sus emociones o sus
sentimientos, puede ampliar de manera beneficiosa nuestro camino en la vida,
pues las enseñanzas y las experiencias, muchas veces se presentan de manera
curiosa y nos podemos maravillar de las cosas que llegamos a aprender
simplemente por darnos y dar la oportunidad de escuchar.
Todos tenemos el derecho a ser escuchados y esto es
innegable y puede resultar una actitud muy soberbia cerrarnos a este hecho y
simplemente, quedarnos con nuestros pensamientos y con nuestro propio criterio
o sencillamente con aquella historia que más nos convenga, esto no únicamente
nos aísla del resto del mundo, sino que además limita nuestras relaciones con
las demás personas, pues nos estamos cerrando a conocerlas, a entenderlas y a
aceptarlas.
Estamos habituados, en estos tiempos, a vivir
apresurados, a las carreras, todo debe ser rápido e inmediato, hemos perdido la
capacidad de darnos el espacio necesario para escuchar, para dejar que el otro
se exprese, incluso podemos cambiar nuestra percepción y enfoque de las cosas
si nos permitimos escuchar lo que el otro tiene que decir, en lugar de
quedarnos lo que pensamos o creemos saber.
Interactuar con el resto del mundo, es una necesidad
humana, nos vemos obligados a relacionarnos, a convivir, a aprender a tolerar,
de lo contrario, no solo nos condenaremos a una soledad permanente, sino que la
amargura irá ganando espacio en nuestra vida, no se trata de no poder o no
saber vivir solo, muchas personas disfrutan de su soledad y de su silencio,
pero evidentemente no se trata de un tema únicamente de pareja, se trata de
relaciones humanas, sentimientos, emociones y aprendizaje.
“Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de
bien escuchar”. Epicteto de Frigia
No vivimos si nos aislamos del mundo, no aprendemos del éxito
sin tocar el fracaso, no saboreamos la felicidad transitoria si no hemos
derramado unas cuantas lágrimas, pues tampoco podemos llegar a entender al
resto del mundo y sus percepciones si no escuchamos.
Todos merecemos la oportunidad de ser escuchados, la
virtud de la palabra es una de las facultades más maravillosas del ser humano,
pues nos permite expresar la razón, transmitir emociones, manifestar deseos y
sensaciones entre seres humanos, incluso aprender a escuchar a los demás, nos
enseña a escucharnos a nosotros mismos, que muchas veces sumergidos en el ruido
de la vida, perdemos la conexión con nuestra esencia.
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